Te quiero todos los días
Como te conocí, como si todos los dias fuera ayer
Y mañana no viniera nunca a decirnos que ha pasado el tiempo
Como un recuerdo intacto
Como ese dia que conoci la fragancia de tu piel
Y la llevo como perfume de todos mis dias.
Te quiero a las tres de la mañana y a las ocho al despertar
a las nueves y a las diez....
Te quiero todos los dias
Con tu mirada perdida, en silencio
Y me llegue la duda de tus pensamientos
Acurrucada en tu vientre
Pensando tus palabras... que para mi no se las lleva el viento
Las guardo con mi amor, aunque no me atreva a decirtelo
Como tu me dices siempre....
" Te quiero todos los dias "
By: Leonela
inicio
domingo, 19 de junio de 2016
Te quiero todos los días
lunes, 27 de julio de 2015
Ey, camarera...
Ey, camarera de las estrellas, despierta, aun es de noche pero es una noche preciosa de esas que te encantan, despierta pero no hagas ruido, habla como yo que te hablo en voz muy baja porque es muy importante y las cosas muy importantes solo se pueden decir en voz baja. Despierta, porque me voy, y te tienes que despedir de mí, camarera de las estrellas, me voy no sé a dónde porque esa es la clase de cosas que nunca sé, no lo sabía el día que crucé la carretera y me subí a tu equipaje, cómo te reías aquel día, vaya!! Era genial y estoy seguro que seguirás riéndote sin mí, con tus ojos azules a punto de reventar, escúchame, no es necesario que digas nada, pero sí déjame que yo diga, tengo mi maleta aquí, y la he llenado de cosas más importantes que mis espejos, te dejo en tu circo pero me voy después de haber besado a la bailarina de la caja de música, después de haber llorado borracho con los payasos y haberme caído al suelo con los equilibristas, me voy porque no me puedo quedar, sería peor, sabes que yo no sirvo para eso, soy el viajero y sé recordar y ojalá supiera prepararte té helado para cuando llegases de la última función de la noche, y te diera de fumar mientras jugamos a rayuelas en tu cuerpo, ahí fuera hay gente dispuesta a eso y dispuesta a muchísimo más, no estés triste, camarera de las estrellas, así parece que fueras a llorar y si tu lloras llora todo el mundo y eso no es bueno, te lo digo yo, que he visto cosas muy tristes pero también puedo decir que yo estaba allí el día que te desnudaste frente al horizonte y no quisiste ponerte la ropa en toda la mañana, yo pensaba que era imposible que tanta belleza aguantase tanto tiempo al natural, yo pensaba que la ropa servía para mantener el secreto encanto de la piel no descubierta, yo pensaba muchas cosas que dejé de pensar en aquel momento, pero aquí estoy, hablando en voz baja y aquí estás, mirando esos columpios sin niños a las tantas de la mañana, perdona por despertarte, ha sido la noche, no he podido evitarlo, no quería despedirme de nadie, sabes que no soporto las despedidas, pero estabas aquí durmiendo y me han entrado ganas de tomar un último trago de jugo de saliva de sueños, toma, bebe, hoy soy yo el camarero, está rico y quema mucho en la garganta, como a ti te gusta, como a todos les gusta, me pasaría vidas entera viéndote beber, a veces cuando se te cae una gota, siento el vértigo que se debe sentir deslizándose por tu cuerpo hacia abajo, a veces he pedido el deseo de ser tan pequeño que pudiera caminarte la piel paso a paso, se lo pedí a 14 estrellas fugaces que pasaron la noche en que te quedaste dormida encima de mí, en el ático de la carpa, lo pedí 14 veces seguidas porque estaba convencido de que así habría más posibilidades, ya sé que los deseos no hay que decirlos porque si no no se cumplen, pero me marcho, pequeña camarera, y es injusto que trate de convencerte de que he sido feliz, de que lo soy, de que tengo que seguir el camino, y tu seguirás en el circo poniendo jugo de saliva de sueños en las latas de alambre de la gente, gracias por dejarme entrar en la carpa y ponerme aquella nariz que me hacía parecer un fandango de broma, un pellizco de bulería, yo pensaba muchas cosas, cuando lo hablamos en el sótano de las indecisiones, que tú tenías mucho frío pero te negabas a ponerte la ropa y yo hacía teorías sobre la resistencia de la belleza a las bajas temperaturas, y hablé de que las elecciones a tomar traían consigo vidas que no tendría, por eso es que me tengo que ir, y no me mires con ojos de música, sabes que enseguida me pongo a bailar, a mirarte los pies de reojo, es tarde, y en verdad tengo sueño, pero también tengo sueños que no me dejan dormir, camarera de las estrellas, qué bonito volar, ahora te miraré de lejos, cuando señales los árboles de la jaula de brillos para que abran sus ramas al final de la función, siempre silbaba esa melodía, “fight of light”, y la gente decía oh!!! a la vez y tú al principio no me creías y yo no me creía que no te hubieras dado cuenta, pero claro, luego, cuando cogiste aquel vaso y empezaste a afilar las bebidas entendí que estabas tan acostumbrada a las exclamaciones, a las caritas embelesadas, que ni te dabas cuenta de ello, te voy a echar muchísimo de menos allá donde coño sea que vaya y deja por favor de mirarme así, sabes que conmigo te apagarías, que no soy de esa clase de magos capaces de retener los suspiros, mucho menos las lágrimas, va a empezar a amanecer, mira, ves aquel horizonte helado, voy hacia allí, a la ciudad de las mil orgías, me han hablado de alijos de hierba que brotan en las piernas de algunas mujeres, quiero verlo porque la curiosidad no mató al gato, le dio 6 vidas más, y tú no estabas de acuerdo y me llevabas la contraria como de pasada, como si en el fondo no te importase darme la razón aunque no la tuviera, claro que he sido feliz, de repente un día miré a lo lejos y allí estabas con tu bandeja de piedra en la mano, haciendo un juego de ojos tan bonito que ni siquiera me atreví a hacer trampas, ni siquiera quería otra cosa que seguir allí mirándote, me ha pasado tantas veces eso que algún día maldeciré la noche por su incapacidad para detener el tiempo, cuando sea el viejo viajero seguiré fumando en las cunetas y hablándole de ti a las montañas, contaré lo de tus ojos azules a punto de reventar y serviré sucedáneos de jugo de saliva de sueños en una bandeja de piedra, la pequeña camarera de las estrellas se vestirá de luz entre el brillo de las risas de los sauces y la silvestre balada de los transeúntes, y reiremos de veras, y de veras que seremos muchísimo más que aquella fugaz explosión que ocurrió la primera vez que nos vimos, tú olías a primavera y sabías a nostalgia de vino, ¿recuerdas?, toma mi amuleto de bolaño, guárdalo en el baúl donde guardas los detalles imperfectos de la gente, llévame contigo arriba de las acrobacias, donde los mimos y los cantantes juegan a las películas, piensa en esta tierra seca que un día nos meció en sus brazos, el paisaje se ha puesto triste na más ver tus legañas, pero no lo estés porque tus legañas son algo inalcanzable y las cosas inalcanzables nos hacen mirar al cielo y así salimos siempre guapos en las fotos, gracias, camarera de las estrellas, por haberme dejado compartir este trozo de viaje contigo, no hay nada que te detenga ahora, nunca lo hubo, ni siquiera estos brazos de poca monta que alguna vez se vieron en el privilegio de sostenerte, mira la vida, está dando saltos impaciente de que la saques a pasear cada mañana, como si nadie supiera lo mucho que tienes que ver con el brillo del agua en los estanques, con los cisnes que dejan un rastro de silueta mojada tras nuestras huellas, mira la vida mirándote y dame un beso de fuerza y de hasta luego, mañana por la mañana, cuando vuelva a aparecer la gran bola por el anfiteatro del mundo, tú volverás a quitarte las legañas para volver a llenar el paisaje de rocío, y poner un algo de instinto en los rostros de la gente, yo me encenderé un pitillo, allá donde vaya, y sin mirar hacia atrás, nunca, hacia atrás, soñaré con encontrarte en las próximas luces del camino.
ciao, camarera de las estrellas,
nos veremos,
seguro.
domingo, 1 de febrero de 2015
Juana
¿ Puede ser que después de tanto tiempo me visite tu dulce fragancia como un nostálgico recuerdo?
Así es... Como un recuerdo vivo que viene cuando se le antoja, pero que me endulza la vida y me hace verte aunque no estes.
Eres parte de mi niñez... Crecí en tu casa, junto a ti.
Tú gran patio era mi territorio y hay me convertí desde piratas en busca de tesoros hasta lo que se me ocurría.
Muchas veces pensabas que no estaba y andaba escondida jugando a mis aventuras, tenía tantos escondrijos...!!! El pasillo de las escaleras de la azotea era mi guarrida y como no recordarte de esta dulce manera...???
La pared del pasillo de la escalera de la azotea la envolvía completamente una enredadera de las que nacían unas flores violetas que desde su interior surgia como una luz blanca que invitaba tranquilidad y armonía.
Tu casa era como un Castillo, para mi tan inmenso que a veces me daba miedo, quizás porque cuando vivias con nosotros en la casa de al lado la tuya quedó cerrada y una casa cerrada pierde vida.
Recuerdo el reloj de cuco, bueno no era de cuco era de eso que tiene una bola abajo que cuando sonaba me daba escalofríos y a ti sentada en uno de los dos sillones que había en el salón mirando al frente como mirando al grande cuadro que había de frente con la mirada perdida, hay veces que así te sueño.
Nos dejastes muy temprano yo aún era una adolescente que no entendía muchas cosas, se que desde arriba estás conmigo y sin conocer a tu bisnieto tiene un pedacito de ti, cada vez que miro a mi pitufo su beruguita cerca de la boca inconscientemente veo tu imagen y sonrió.
Hacia ti...
Voy a conocer una vida nueva y a la vez se me antoja tan cercana...
Voy a descubrir nuevos sentimientos, emociones transmitidas en la lejanía, voy a compartir momentos ya compartidos con la distancia...
Tan amiga y enemiga.
Voy a desnudar dos almas, la tuya y la mía ya desprovistas de todo por este tiempo nuestro, voy a hablarte al oído y a escuchar tus caricias deseadas y temidas... Voy a sonreír a las mañanas que me despertaran a tu lado, voy a cerrarle los ojos a la noche en un gemido que me acerqué a tu cuerpo, voy a querer al tiempo que me mantendrá a tu lado, Voy a contemplar al silencio que nos dejará dormidos, Voy a nadar en tus sueños para que no me alcance tu olvido, grabare con mi aliento cada rincón de tu espacio para que en el me sientas cuando la soledad te invada y recogere esos días en mi pecho para acumularlos cuando me cubran las sombras del abandono y me traigan las dudas.
jueves, 2 de mayo de 2013
Y me he equivocado
sábado, 16 de julio de 2011
Muy lejos de ti
sábado, 9 de julio de 2011
Mi suerte!
quererte y perder la razón
y ahora ya no sé
como olvidarme de ti.
En esta incierta soledad
extraño todo de tu piel
y no puedo evitar caer
rendida a tus pies.
Es que perdí mi voluntad
con tu manera de mirar
me duele estar aquí
lejos de ti.
Maldita sea mi suerte
porque te clavaste en mí
alma inconsciente,
maldita sea mi suerte
porque duele contemplarte y no tenerte.
Ni las ganas, ni el amor
son suficientes
maldita suerte
que no me perteneces.
No se cuando volverte a ver
no entiendo el juego
jugamos al amor
sin meditar el precio.
Despierto sola sin saber
cuando te sentiré otra vez
y creo que lo arriesgaría todo por ti.
Es que perdí mi voluntad
con tu manera de besar
y como duele estar lejos de ti.
Maldita sea mi suerte
porque te clavaste en mí,
alma inconsciente
maldita sea mi suerte
porque duele contemplarte y no tenerte
Ni las ganas, ni el amor
son suficientes
maldita suerte
¿cómo tenerte?.
Maldita sea mi suerte
porque duele contemplarte y no tenerte
ni las ganas, ni el amor son suficientes
si el destino sin remedio
nos detiene.
domingo, 12 de junio de 2011
La vida es bella
sábado, 11 de junio de 2011
¡ Buon Giorno Principessa !
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miércoles, 8 de junio de 2011
" La mascota "
Alex Kurzem luciendo su pequeño uniforme de las SS.
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
LA MASCOTA: UN NIÑO JUDÍO EN LAS SS
En 1997, Mark Kurzem recibió la visita inesperada de su padre en Oxford, Inglaterra, donde estaba estudiando. Alex Kurzem, de 72 años, había llegado desde Melbourne, Australia, para decirle algo: «Quiero que hagas una cosa por mí, hijo. Quiero saber quién soy. Quiero saber cuál es mi nombre verdadero y poner unas flores en la tumba de mi madre». Así fue como Alex rompió el secreto que había guardado durante décadas. Para empezar, le dijo que era judío, cosa que nadie sabía, ni siquiera su esposa, que es católica. Y después continuó con una de las historias más increíbles de la Segunda Guerra Mundial. Alex fue adoptado por las SS cuando era niño y convertido en su mascota.
Cuando tenía alrededor de cinco años, vio cómo asesinaban a su madre y a sus hermanos en su aldea de Bielorrusia. Pensó que su padre también habría muerto, y se escapó al bosque, donde pasó varios meses, solo y aterrorizado. Le contó a Mark que se mordía la mano para no gritar, y que sobrevivió pidiendo pan de puerta en puerta, escalando los árboles para evitar el ataque de los lobos, y vistiendo ropa que quitaba a los cadáveres de los soldados. Hasta que un lugareño lo entregó a la policía lituana, que más tarde fue incorporada a las SS.
Un soldado se acercó a él para examinarle y comprobó que era judío (estaba circuncidado). Alex le dijo: 'Antes de matarme, ¿me daría un trozo de pan?'. Por alguna misteriosa razón, aquel soldado —Jekabs Kulis— decidió salvarle la vida. Les dijo a todos que Alex era un huérfano ruso y le bautizaron como Uldis Kurzemnieks. Y así fue como los soldados de las SS le convirtieron en su mascota, un soldado en miniatura con uniforme e insignia.
«Me dieron un uniforme, un pequeño rifle y una pequeña pistola», contó Kurzem a la BBC. «Y me encargaban pequeñas tareas, como limpiar zapatos, llevar agua o encender el fuego. Pero mi trabajo principal era entretener a los soldados, hacer que se sintieran un poquito felices. Yo era como un divertimento para ellos. Les hacía mucha gracia cuando saludaba con mi pequeño uniforme».
El pequeño Alex presenció muchas atrocidades perpetradas por las tropas nazis en el frente ruso. Vio cómo metían a un grupo de judíos en una sinagoga y después les quemaban vivos. Le hicieron llevar flores a unas mujeres para atraerlas al campamento, y después violarlas brutalmente mientras él se escondía en un rincón. Los periódicos y documentales de la época se referían a él como «el nazi más joven del Reich». «Yo era judío, sabía que no era mi gente, pero ¿qué podía hacer? Sólo era un niño tratando de sobrevivir», dijo.
Al final, en 1944, cuando la guerra llegaba a su fin, le enviaron a vivir con una familia lituana. Y, años más tarde, se fue a Australia, donde se propuso enterrar para siempre esos recuerdos que le atormentaban. Se ganaba la vida reparando televisores.
Los recuerdos eran borrosos, ni siquiera recordaba su nombre verdadero, así que la historia fue recibida con cierto escepticismo por algunos expertos. Un historiador de Oxdford le dijo a Mark que era poco probable que un niño de cinco años sobreviviera solo en el bosque, y que quizás Alex sufría un síndrome de falsos recuerdos. Pero, finalmente, un grupo judío de Minsk los validó. Y de todo ello surgió una autobiografía (La mascota) y un documental producido por Mark.
Desde que emprendieron este viaje a la infancia, Alex y su hijo Mark han viajado muchas veces a Letonia, donde han revisado los archivos estatales. Alex descubrió que su verdadero nombre es Ilya Galperin, y encontró una película donde aparece luciendo las galas de las SS. Otro hallazgo sorprendente es que su padre no murió, como él creía, sino que sobrevivió a Auschwitz.
«Finalmente, después de todo este tiempo, he podido dejar una rosa sobre la tumba de mi madre; pero cuando estuve de pie en ese lugar, como hombre adulto, desde donde la ví morir, tuve que volver a morderme el puño para no gritar», dijo Alex.
La historia de Alex habla de colaboracionismo, de hasta dónde se puede llegar para salvar la vida y de un sentimiento de culpa que le ha perseguido toda su vida. Pero, ¿se puede ser culpable de algo con cinco años?